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208 EJERCICIOS ESPIRITUALES. y que tanto condecora y hermosea el estado religioso, son necesarias tres cosas: la oracion, la presencia de Dios, y el destierro de la vana curiosidad. Sí Señoras, en vano cerrareis la boca, si no acudís 4 llenar el espíritu en la oracion con los recuerdos de las verdades eternas. Allí, vacando á las comunicaciones impertinentes de las criaturas, se elevará vuestro espí- rita á conocer el plan magestuoso, augusto y divino de la Religion de Jesucristo, que dando principio con la creacion del mundo, no tendrá fin en todos los intermina- bles espacios de la eternidad: los evidentes testimonios de sus pruebas: la demostracion de las verdades que debemos creer, la pureza y santidad de los preceptos que nos manda cumplir, la divinidad de sus Sacramentos que de- bemos recibir, la terribilidad de los castigos que es me- nester temer, la grandeza de las recompensas que he- mos de esperar, y la amabilidad, sabiduría, bondad y omnipotencia de nuestro Criador, Conservador y Reden- tor á quien debemos amar. En el saludable silencio de la oracion dareis gracias por tan estupendos y multiplica- dos beneficios, os humillareis conociendo vuestras mise- rias delante del Omnipotente: os conformareis con sus adorables disposiciones, deseareis serle fieles hasta la muerte, y solo tratareis de ser agradables á sus ojos. ¡Oh cuánto habla este silencio, venerables Religiosas! ¡Oh cuánta utilidad nos resulta de escuchar en el reposo del alma su provechosa voz! Pero como acabada la oracion de la comunidad, 6 la que cada una hiciese en particular, es preciso atender al desempeño del oficio, del cargo ó ministerio á que se destina á todas las Religiosas, es muy expuesto que se disipe y evapore el espíritu con pláticas impertinentes, si con la presencia de Dios no procuramos mantener el fuego del amor divino, y la comunicacion intima con el Señor. Ello es una verdad eterna, que con su inmensi- dad llena toda la tierra, los Cielos y los abismos, y que mil mundos que hubiera criado, serian delante de Dios