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DIA CUARTO, 141 Segunda. Apenas hallareis precepto divino mas frecuentemente repetido en los santos libros, que el de dar buen ejemplo al prójimo. A todos nos ha mandado el Señor tener cui- dado en esto, mo haciendo, ni diciendo cosas malas en su presncia para no ser causa de su ruina (1): ni omi-= tiendo las cosas buenas que se deben decir ó hacer, para no hacernos participantes de su maldad. Leed las divi- nas Escrituras : estudiad las epístolas de San Pablo, en ellas hallareis el precepto de dar buen ejemplo al prójimo en todas las cosas, en todos los tiempos: y en todos-los lugares: Zim omnibus te ipsum prebe exemplum bono- rum operum. El buen ejemplo es una predicacion elo- cuente, eficáz, irresistible; y sin él todas las mas bri- llantes exhortaciones son de corto valor y de ninguna utilidad. Mas destruyen que edifican: mas enferman que sanan: mas escandalizan que aprovechan. Ved ahí el estado de las Religiosas que habitualmente quebrantan sus constituciones. No penseis que hablo de aquellas fal- tas gravísimas, de aquellas caidas estrepitosas que por muchos meses llenan de horror y confusion á los delin- cuentes. Si alguna vez aparece esta desgracia, causa en unas compasion, en otras retiro, y en todas escarmiento, Esta clase de culpas escandaliza propiamente. Todas, ¡ay Dios! llenas de una saludable confusion y santo pavor lloran con ellas su desgracia, pero no la imitan. Los es- cándalos mas temibles, los que mas destruyen la regular observancia de las comunidades , son aquellas contínuas transgresiones del silencio en las celdas, en los tránsitos, en el refectorio, en la grada y en el coro: las inmodes- tias en el tocado, en el hábito, en el andar y en las ac- ciones: el exceso ó superfluidad en el uso de las cosas —- (1) Unicuique mandavit de prozimo swo, Eccli, cap. 17, y, 12,
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