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124 EJERCICIOS ESPIRITUALES. San Benito pudieron tanto las lágrimas de su hermana Santa Escolástica, que conmovieron los vientos, tronaron las nubes, resplandecieron los relámpagos, y cayeron torrentes de agua sobre la tierra, convirtiendo en la tem. pestad mas deshecha la noche mas clara y mas serena, ¿Cuánto mas poderosas serán las lágrimas de una afligi- da Religiosa, no para excitar tempestades, sino para apaciguarlas, no para turbar el espíritu, sino para tran= quilizarle? Yo no lo dudo, señoras, Dios escuchará vues- tra oracion, Dios despachará favorablemente vuestros ruegos, si los ceñís á la virtuosa MORTIFICACION. El grande Apóstol San Pablo que nos dá en sus di- vinas epistolas la noticia de sus tentaciones y de sus cla- mores al Señor, nos dice en su primera carta á los fieles de Corintho estas notables palabras: yo ciertamente pe- leo no como quien azota al aire, sino que castigo mi cuerpo, y le reduzco á servidumbre y 4 la obediencia del espíritu; no sea que todo ocupado en predicar á los otros el reino de Dios, yo me haga réprobo por no observar mi doctrina (1). Son 4 la verdad, venerables Religiosas, muy de notar estas palabras, porque se trata de un hom: bre de un corazon grande, magnánimo y valeroso; de un hombre que no temia el hambre, la sed, los destierros, las cárceles, ni los tormentos: de un hombre que se glo- riaba de no haber en el Cielo, en la tierra, ni en el in- fierno, quien le separe de la caridad y ardiente amor que profesaba á su Dios: este hombre incomparable que no teme á los Angeles, á los hombres, ni á los demonios, teme á su propia carne, se recela de si mismo, y aun- o (1) Ego igitur sic pugno non cuasi aerem verberans, sed castigo corpus Mmeum,.el in servitulem redigo, ne forte cum aliis pre licaverint, ipse repro» bus efficiar... Epis, 1, ad Corinth. cap. 9.

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