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DIA TERCERO. 193 mi corazon (1). Ved ahí un hombre que practicó púr al- gunos años la doctrina que le inspiraba el mismo Dios, y que por no haber perseverado en su práctica, fué uno de los ejemplares mas horrorósos de incontinencia 6: ido: latría que vieron jamás Jos siglos. No lo extradeis, Se= ñfords; es muy podéroso y terco el enemigo, y no póde: mos contar ni con la sabidiría de Salomon, ni cón da fuerza de” Sarison, mi: con la santidad de Dávid, si la oracion se omite, si las ovasionés no se huyen, y si se retira el Señor: este enemigo nos impertuna en el divi- no oficio, en la oracion, en la celda, de noche, de dia, en el verano y en el invierno: nuestras lágrimas han de hacer bajar del cieloaquel suave.rocio que apaga las lla- mas de las pasiones, las templa, la ordena, para que no sé desmanden, ni nos precipiten. Esta santa doctrina practicaba David cuando deciá.: Ad Dominun cum-dri- bulárer clamavi, et exaudivil me. Clamé á Dios.en el dia de mi tribulacion, puse mi grito en el Cielo enándo rodeado de mis enemigos pretendia perderme; y el Señor Dios delas misericordias y la piedad se compadeció de mí, me miró con clemencia desde el Cielo, y me sovorrió con su acostumbrada misericordia. ¿Qué persona religió- sa imitará 4 David en sus clamores sin esperimentar los mismos favorables efectos? Aquellas lágrimas, aquellas poderosas lágrimas que derrama tna virgen á los piós de Jesús crucificado por serle fiel en la solemne palabra que le ha dado, ¿cómo dejarán de ser vidas de aquel amable Jesús tan amante de la virginidad, tan favorecedor de la virginidad, tan purísimwo virgen, qué nace de una virgen, que se acompaña de vírgenes, y que distingue hasta en el Cieló esta hermosa virtud? Si para mantener y prolongar una conversacion virtuosa Con su hermano (1) Et ut scioó cuoniam aliter non possem esse continens, nisi Dews del; et hoc ipsum erat sapientia, scire cujus essel hoe donwm; adás Dominun el deprecatum sum ¿llum. Eclesiast. cap, 21,

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