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va rir mucho para conocer cuál sea la voluntad de Dios respecto de vosotras. San Pablo nos lo dice inmediatamente: esta es la volun- tad de Dios, que os renoveis en el espíritu de vuestra vocacion, que camineis con fervor á vuestra perfeccion, que seais san= tas (1). El modo con que * Dios quiere que cumplamos ésta su adorable voluntad, es con la observancia de los preceptos de su santísima ley, con la de los mandamientos de su santa Iglesia, con la de los votos solemnes de vuestra profesion, con la de las constituciones de vuestra órden, con los ordenamientos y estatutos de vuesíra comunidad , y con la práctica de aquellos sábios regla- mentos que los superiores hayan hecho en sus santas visitas. Este es el camino recto para ir á vuestra perfeccion , para renovaros en vuestro espiritu religioso, para arribar á la santidad que Dios quere de vosotras. Caminar por olras sendas, es perderos: vía- Jar por otro camino, aunque os parezca recio, será extraviaros. Las devociones voluntarias son buenas; pero ellas no os salvarán sin la observancia de lo que acabamos de insinuar. Para saber si ésto se cumple bien, 6 si se cumple con imper- fecciones, faltas y defectos, son los Ejercicios: en ellos se conocen las causas y raices de donde dimanan las inobservancias, y los remedios que debemos tomar para desterrarlas y precaverlas. En cualquiera liempo os serán útiles estos santos Ejercicios; pero hay algunas ocasiones en que parecen mas necesarios. Cuando cada Religiosa conoce que se va entibiando su espiritu: cuando sienta fastidio con la oracion mental, y la vaya omitiendo con frecuen- cia: cuando esperimente aversion á la penitencia y mortificacion de sus pasiones, y cuando se relaje en la observancia de sus obli. (1) Hec est voluntas Dei sanctificatio vestra, Ep.S. Pan!. ad Thes

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