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DIA TERCERO 101 vuestra Santísima Madre, con cuyo patrocinio procuraré demostrar el importante asunto que acabo de proponer. Punto primero. He dicho, venerables Religiosas, y vuelvo á repetir, que el dulcísimo Esposo de vuestras almas que habeis elegido, es el mas amable, y que debeis preferirle á todo por mantener sus castas correspondencias. ¡Pero ay de mi! ¿Qué podré yo hablar de la amabilidad de nuestro Dios * Dios en sí mismo, Dios en sus*atributos, en sus perfecciones, en sus beneficios, es un Occéano inmenso, cuyos términos no se pueden hallar, y exceden la vista y comprension de los hombres y de los Angeles. Tem- blemos, Señoras, de solo pensar que nos vamos á acer- cat al santuario de la divinidad, y con un santo pavor pisemos reverentes y devotos sus átrios venerables. Dios, ¡qué cosa tan clara! Dios, ¡qué sér tan incomprensible! s sentidos del cuerpo, las potencias del alma, todas las criaturas que nos rodean nos demuestran su existencia. Mis ojos miran esas inmensas bóvedas de los Cielos, y los compasados movimientos de las estrellas, de la luna y el sol, y preguntándoles, ¿quién los sacó de la nada? todos me responden: Zpse fecit nos , el non ipsi nos: el Todopoderoso, el Omnipotente nos crió : nosotros .empe- zamos á ser obedeciendo sus órdenes: el firmamento con la multitud y grandeza de sus estrellas anuncia su glo- ria: el sol y la luna con sus constantes giros y periódi- cos aspectos demuestran que su mano los gobierna: su sabiduría infinita ordenaba en el principio las corrien- tes de los vientos, ponia los fundamentos á la tierra, co- locaba los montes en sus cordilleras, hacia correr las fuentes de las aguas, formaba los rios, encerraba con su precepto los mares, extendia la luz por-los Cielos y la tierra, y sacaba de la nada toda esa multitud de séres, que con su grandeza nos asombran , con su hermosura nos encantan , con su armonía nos embelesan , y con su 8