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224 - Miguel Anxo Pena González que pretendía no tanto aprobar o desaprobar como a partir a su autor del empeño de escribir" (Apología, II, 2)1. Nebrija -en razón de su trayectoria académica e intelectual- se sentía res- paldado y gozando de un prestigio amplio. Entendía que a ello -incluso- le había animado el propio Jiménez de Cisneros, como atestigua en la carta que le escribe al abandonar el equipo de la Políglota: Yo degé allí publicado, que venía a Alcalá para entender en la emendai;ión del latín, que está comúnmente corrompido en todas las Biblias latinas cotejándolo con el hebráico, caldáico, i griego... Entonces V. Sª me dijo, que hiciesse aquello mesmo, que a los otros avía mandado, que no se hiciesse mundanza alguna de lo que comúnmente se halla en los Libros antiguos; mas que si sobre ello a mi otra cosa pareciesse, que devía escrivir algo para fundamento, i prueva de mi intención (Nebrija, 1903: 493). En la Apología da cuenta de que tuvo la oportunidad de trabar conversación con Cis- neros acerca de las múltiples corrupciones, entre las que se encontraban también las introducidas por Martínez de Osma -quien había sido su maestro- en el códice bíblico de la Catedral de Salamanca. El detalle no deja de tener su importancia, pues muestra cómo aquello que Nebrija estaba llevando a cabo, también para otros resultaba necesario (Alvar Ezquerra, 2022: 186). Y, además, lo hacía refiriéndose a un maestro salmantino que había sido procesado -de manera sonada- por la Inquisición. No hay duda de que el lebrijano se muestra vehemente, ingenioso y pro- vocador, como cuando escribiendo al cardenal Cisneros, sobre este particular, y defendiendo su postura afirma: "Aquí no queremos enmendar la plana al Espíritu Santo, sino limpiar lo que el Espíritu Santo escribió de las manchas y borrones con que la han afeado libreros y copistas..." (Gómez, 1569: f.81). Se trataba, por lo mismo, de aplicar los métodos críticos de análisis y depuración, considerando que la traducción latina de la Sagrada Escritura también estaba sometida a las reglas de la gramática. Y, por lo mismo, prescindir de la filología y de los gramáticos era, según su criterio, un error. Pero, además, la oportuna depuración de los textos, era una auténtica redditio ad fontes, que suponía devolver al texto su auténtico sentido literal. De esta manera, Nebrija sin ser teólogo -pero sí con conocimientos de teo- logía- ponía en evidencia a aquellos que ostentaban dicho título. Esto le causó serios problemas, pues los maestros teólogos consideraban que solo ellos podían acercarse a la Biblia, considerando un escándalo que un gramático se dedicara a dichas tareas. 1 Edición y traducción de B. Macías Rosendo y P. Martín Baños (Nebrija, 2014).

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