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Antonio de Nebrija: gramática y Sagrada Escritura - 223 y aclaraciones sobre cuestiones filológicas de la Sagrada Escritura, hace nueva- mente referencia al tiempo que lleva dedicado a dicho trabajos, que él calcula en una década. Estos detalles son importantes, pues ponen en evidencia que no se trataba de una tarea puntual o algo aislado con lo que entretenerse, sino que Nebrija entendía esto como un trabajo importante, al que debía dedicar sus fuerzas y capacidades. Así se lo hace saber también a Juan Rodríguez de Fonseca - en es momento prelado de Palencia- al dedicarle el Lexicon iuris civilis. En la carta-prólogo afirma: Las Sagradas Letras son las artífices de lo honesto, que es el único bien verdadero ... después del vocabulario sobre el derecho civil, daremos a la luz el que se consagra a la medicina; después el que mejor permite el conocimiento de uno y otro testamento, y de muchas y muy difíciles cosas (1506: f. aiv). Precisamente, el 20 de septiembre de 1506, cuando acababa de dejar en la imprenta el Lexicon iuris civilis, el inquisidor general Diego de Deza le envía una carta con la que le hacía saber que ponía en marcha un proceso inquisito- rial contra él, por sus anotaciones a las Escritura. Y, al mismo tiempo, mandaba detener la impresión de su libro Annotationes quinquaginta in Sacras litteras, donde vertía sus reflexiones y correcciones a los errores que los copistas habían ido introduciendo a lo largo de los siglos en las páginas sagradas. Debió ser un momento de fuerte confusión y tensión, incluso de peligro, pero que él resuelve buscando su defensa personal, pero también recurriendo a aquellos que siempre habían sido valedores suyos. El dominico y Nebrija se conocían de largo pues, además de ser coetáneos, habían coincidido como estudiantes en la Universidad de Salamanca y, posterior- mente también, como miembros de la corporación académica. ¿Se podría intuir cierta tensión entre ambos maestros, pertenecientes a las facultades de Teología y Artes respectivamente? Quizás es mucho aventurar, pero no hay duda que res- pondían a comprensiones diferentes de la fe, como hemos señalado más arriba. Al mismo tiempo, los ataques que los humanistas hacían contra los escolásticos, en los que Nebrija también sería muy incisivo, debieron hacer su parte. Sin llegar a expresarlo, había una crítica a toda comprensión teológica que se propusiese como única, pues esta, además de hacer referencia a métodos, había de conducir a una búsqueda y propuesta cristiana más auténtica y coherente. El ideal de la perfección lingüística coincidía con el de la cristiana, puesto que las controversias teológicas, más que afrontarse por el recurso a un método teológico concreto -como era la escolástica y su uso de la filosofía- estaba necesitando del uso adecuado del texto revelado. En el fondo, se intuye que la intención de Deza no era tanto su condena, cuanto lograr que abandonase su dedicación a la Escritura y que guardase silencio al respecto. Así lo dice Nebrija en la Apología: "movido por el ardor de una censura
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