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Pedro Ciruelo: actitud ante la peste - 179 la creación, que culminaba con la aparición del hombre sobre la tierra. Ciruelo, siguiendo esta senda, no se queda en la descripción de la obra de la creación, sino que su comprensión se refiere al orden cósmico, estable y libre de cambios bruscos: el curso inmutable de los astros, la alternativa regular de las estaciones, el rítmico fluir del mar, en el que la mano de Dios actúa. Precisamente por ello, concluyendo la división del tratado afirmará: "Que se llame el libro Hexameron, porque en él se introduce la teología como examinadora de las ciencias seglares entendidas por este nombre de filosofía". Contenido Ciruelo, siguiendo el esquema del hexameron, compondrá una obra en tres partes que, cada una a su vez, se divide en dos capítulos, dando así lugar a los seis totales, en los que primero aborda los problemas médicos o, en palabras suyas "propone el parecer de los mundanos filósofos en aquella materia" y luego los teológico-mora- les, en los que "añade sentencia verdadera de los espirituales y religiosos teólogos". En su idea son tres las cuestiones que han de ser estudiadas en torno a la peste: "La primera de la cualidad y condición della en bien o en mal. La segunda de las causas así corporales como espirituales de donde la pestilencia procede. La tercera produce remedios necesarios en tan grande trabajo". Cada una de estas tres partes se despliega en los dos capítulos correspondientes en los que va describiendo ese diálogo de disputación o controversia. El primero "propone que, al parecer de los mundanos, la pestilencia es el mayor mal que puede venir a los hombres", replicando el segundo "los grandes beneficios y mercedes que Dios hace a sus siervos en la pestilencia". El tercero "escudriña las causas de la pestilencia, por vía natural, según las profanas ciencias seglares", manifestando el cuarto "las más verdaderas causas della por la muy elevada y certísima doctrina teológica". En el capítulo quinto "da regimiento medicinal preservativo para los sanos, y curativo para los enfermos enla pestilencia". Por último, en el sexto "añade saludables consejos y remedios teologales para preservar y curar a los hombres contra el daño pestilencial". Llegados a este punto, es bueno recordar que Ciruelo será uno de los grandes fustigadores de las supersticiones y falsas creencias, por lo que esta obra cumple también una función explicativa en este horizonte, teniendo presente la idea que ponía en relación la peste y el pecado y, por lo mismo, esta última como castigo. Con buen criterio, Ciruelo utiliza como auctoritas a Boecio. Aquel ciudadano romano, consciente de los problemas de su tiempo pero que estaba fuertemente implicado en la vida política, civil y religiosa del momento. Este, al encontrarse en prisión esperando la sentencia de muerte, cuestionará la existencia de la justicia, sobre todo divina, por medio de su Consolatio. Su obra es un testamento filosó- fico-teológico, pero también una confesión personal y privada de fe humanista
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