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Las indulgencias son plenarias o parciales ; las primeras quitan toda la pena, de modo que si en acabando de ganarla muriera la persona, iría inmediatamente al cielo; las pa!'ciales sólo perdonan una parte. Unas y otras pue– den ser a,plicables a las almas de los did'untos. Son grandes tesoros, son grandes favores, son beneficios inmensos que la Iglesia nos conce– de, y producen otros muchos frutos.. ¡Cuál no deberá ser nuestro empeño en ganarlas, pa:'.'a nosotros y para nuestros muertos! ... Pero para ganarlas hay que llenar ciertos requisitos . He aquí los principales: 1. 0 Estado de gracia, es decir, no hallarse en pecado mortal, por lo menos antes de la última obra exigida. Un solo pecado mortal que pesara sobre el alma, ya impediría ganar las indulgencias. El mismo pecado venial, y más aún, el afecto a algún pecado venial, ya pondría un obstáculo a la plenaria, de modo que no ·se podría ganar en toda su extensióc. Por eso- es muy bueno acostumbrarse a rezar el acto de contrición con frecuencia. 2. 0 Intención de ganarlas. Bastaría la inten– tención general, de una vez para siempre; pero conv~ene r enovarla con frecuencia, ver– bi gracia: todas las mañanas. 3. 0 Las obras prescritas para ganarlas, co – mo sería una oración, una visita, etc., deber. efectuarse en el tiempo y del modo prescrito. Para las indulgencias plenarias, entre otras obras, se prescribe la confesión y comunión, 265 ¡_ _

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