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~¿a qué patrono he de rogar,-cuando ape– nas el justo estará seguro? Rey de tremenda majestad-que a los que se han de salvar los salvas por favor tuyo,-:– sálvame a mí, fuente de piedad. Acuérdate, Jesús piadoso,-que yo soy la causa de tu viaje ;-no me pierdas en aquel día. Buscándome a mí te sentaste cansado ;-me r edimiste padeciendo la cruz: -tanto trabajo no séa inútil. Justo juez de la venganza,-hazme merced de'l perdón-antes del día de la cuenta. Gimiendo estoy como un reo : -por la cul– pa se ruboriza mi rostro: -'-Ya que suplico, perdóname, Dios. •• Tú que a María absolviste~y al ladrón le oíste,-a mí también esperanza me diste. Mis preces no son dignas; -pero tú, que eres bueno, haz benignamente-que no me quemé en el fuego perE'Ilne. Entre las ovejas dame lugar, --Y de los ca– britos apártame,~olocándome en la parte der echa. Rechazados los malditos,-y a las llamas do– lorosa,s entregados,-llámame con los benditos. Ruégote, suplicante e inclinado,~eshecho el corazón como ceniza: -Ten cuidado de mi fin. • Lacrimoso el día aquel-en que resucitará del polvo,-para, ser juzgado, el hombre reo. 254

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