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municó toda la plenitud de la d).vina ciencia en la medida que podía participarla a la más perfecta de todas las criaturas. Vos·- sabéis bien cuán grande es mi miseria y la necesidad que tengo de vuestro auxilio. Me abandono, pues, del todo en vuestras manos, confiando que en vuestra divina Sa– biduría lo ordenaréis todo con fuerza y suavi– dad a mayor gloria de Dios y provecho de mi alma y que por los medios más convenientes acudiréis a socorrer mi necesidad. ¡ Oh María, Madre de la divina Sabiduría!, dignaos alcanzarme el señalado favor que so– licito. Os lo pido por esa inefable Sabiduría con que el Verbo, Hijo vuestro, ilustró vues– tra inteligencia, mientras para celebrarla os digo con San Antonio de Padua y San Leo– nardo de Puerto Mauricio, celosísimos propa– gadores de las tres Avemarías : Dios te salve, María ... III ¡ Oh Madre tierna y amable, verdadera Ma– dre de Misericordia, que en estos últimos tiempos os habéis llamado Vos misma, «ma– dre toda misericordiosa» ; a Vos acudo para que uséis conmigo de compasión' y bondad con tanta más razón cuanto mayor es mi mi– seria. Bien sé ,que en manera alguna soy acreedor a la gracia que de Vos espero, ya que tantas 176