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es don gratuito de la caridad infinita de Dios, que eternamente me ama. Al miSIIllo tiempo soy una obra de la caridad de las almas buenas. Mi subsistencia diaria, mi habitación y vestido, los libros y demás medios de que me sirvo para ilustrar mi inteligencia, son obra de la caridad de mis bienhechores. Los dones de ciencia y educación espiritual y reli– giosa que a diario van perfeccionando mi alma son también obra de la caridad de almas con– sagradas al amor divino : de mis Superiores, Directores, Profesores y Hermanos. El fruto más excelente de la caridad es la misma caridad. Yo debo, por consiguiente, ser caridad. ¿Si será por esto que se me trata de "Su Caridad", "Vuestra Caridad"? Yo soy caridad principalmente hacia Dios. Pero Jesús, en la última Cena, al decirnos "Amaos los unos a los otros como Y o os he amado", no hay duda que se refería a la cari– dad que yo debo tener, que hasta debo ser, para con mis prójimos. Y añade Jesús que este es su testamento y mandato propio y que en esto conocerán todos que soy verdadero dis– cípulo S1Uyo. Dado el amor que tengo a Jesús, todo mi 62 -