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1 . para mí, qué protectora y abogada más pode-– rosa, quién inspirará mis canciones mejor que la Madre de Jesús, la buen~ y Divina Pastora? Jesús es el buen Pastor; Ella, la Divina Pas– tora; las almas de los fieles, los corderos pre~ dilectos de Jesús y de María; los pobres paga– nos, las ovejas errantes, y yo, su cordero muy amado, y al mismo tiempo su ayudante, su mi– nistro; en una palabra: su zagal. La Virgen Inmaculada y Pastora es el más bello amor de mi alma. Este amor lo manifiesto en la práctica de la "verdadera devoción", en el espíritu de amo– rosa esclavitud a esta Reina de los Corazones, que lo es por muchos motivos de! mío. Por eso apenas ingresé en este Colegio me consagré en cuerpo y alma, como esclavo de amor a esta Reina y Señora. Todo lo mío le pertenece y la he redbido en lugar de todas mis cosas. Todo ;ha de ser por Ella-impulsado e inspi– rado ,por su amor-; con Ella-con sus mismas altísimas disposiciones-; en Ella-pensando en su amabilidad-, y para Ella-para su agrado y gloria-. ¡Soy todo tuyo, Reina mía; pero, en cambio, Tú eres toda mía! Mi alma no puede vivir sin

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