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miento, la invitación inicial a la vocació~ y poo,- . fesión más alta de la sociedad cristiana, cuales son la vida y la profesión ]ieligiosas sacer– dotales. Estoy en el principio de un largo ca– mino, donde las rectificaciones y desviaciones, por mil diversas causas, justificadas unas -e in– justificadas otras, son todavía posihles. Pero la realidad es que estoy siendo invita– do, llamado y elegido a hacer posible en mí el ideal más hermoso, más arriesgado y más noble de la vida humana, salida del Creador: amar y hacer. amar a Dios. No es extraño que sea un camino difkil, arriesgado y heroico, ya que su meta flnal se pierde, por ·un lado, en la obra más profunda sobre las almas y, -por _otro, en las cimas de • la eternidad. Actuar sobre el espíritu del :hombre y ser delegado, ministro y • repi;esentante de Dios cerca de los hombres: tal es la función pública esencial de esta voca– ción y profesión. A la vez, y con un interés todavía mayor, he de cuidar de los complicados problemas de mi propia alma, de· su salvación y perfección, problemas que se hacen más de– licados por eso mismo que han de resolverse ·en relación con mi vida pública, religiosa y ·sacerdotal. 18 -
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