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-362 - rabillen. Onara ekardazute zuen anaya. ¡Ai emaitza aunitz al banegitza eta guziak zuri dagozkitzunakl 116 . Todos los herm~mos después de adorarle arrodillados le ofre-, cieron los dones que traían de casa. No se lo que podría hacer para encontrar de nuevo la ganancia que perdí. Y puedes hacer– lo como ves sin cansarte m~cho. Si supieran esto los enemigos otra cosa dirían. Aquella nermosa ciudad no parecía sino un lugar de muertos o de huesos. Quisiera el malo que nadie dijera nada. Decía el santo Job que su vida y la de los que vivían con él parecía de un día. Quisiera yo que todos los del mundo me hicieran todos los saludos y bienvenidas posibles. Los sol– dados no mov1an el pie; y procuraban cada vez hacer mayores gritos. Ungió el profeta a David con el aceite que llevaba vién– dolo su padre y hermanos. Una y otra vez le decían los solda– dos puesto que lo tenía en las manos que matase a un ene– migo que tanto le perseguía. 115 Si unidos todos los cantores del mundo gritasen junto a ti no oirías su griterío. No lo perdería ahora si lo tuviera para perderlo. Ese niño sufría retención de orina. Si al menos esos hic.ieran lo que deben hacer. Él mismo me conceda la ayuda que necesito para vivir bien. Huid a otra ciudad. Dílo a gritos por los tejádos. Oíd la parábola del sembrador. Cómo nosotros con tan poca fuerza y sin compañeros podríamos llevar el pesado yu– go de vuestra ley? Le dijo David que andando en el pastoreo cuando el lobo o el león le llevaba la oveja, acercándose y ma– tándolo se la quitaba. El filisteo manejaba una lanza larga que tenía en la punta un aguijón de diez y seis libras y media. Traedme aquí a vuestro hermano. ¡Ay si pudiese hacer muchas dádivas y todas que te convengan. 116 Anai •guziak belaunikaturik agurtu ondoan etxetik zekazkiten emaitzak eskaindu ziozkaten. Eztakit zer negíken galdu nuen irabazia befiz aurkitzeko. Eta bádagikezu, dakusazunaz, anitz nekatzen etzerala. Au balekite etsayak besterik lefakete. Uri eder arek etzirudien il edo ezurtokia baizik. Nai luke gaiztoak iñork ez lesan ezer. Egun batekoa zirudiela, zion Job doneak
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