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doxia religiosa. Practicaron la fe con obras, y sus vidas fueron modelo como hombres, como cristianos y como vascos. Larramendi fue siempre de modestas aspiraciones, pesimista acerca de la valía de sus ta– lentos naturales que eran más que ordinarios en va– rias facetas artísticas, y a pesar de su sencillez, le costaba admitir los aciertos de su obra. No prestó oídos a las tentadoras promesas de los triunfos artísticos; se sintió feliz en su rincón Veratarra. Poseía una magnífica voz de tenor, y cantó en la Boda del Rey Docn Alfonso XIII y en la Parroquia durante más de 50 años. Siendo Presidente de la Academia de la Lengua Vasca, don Resurrección María Azkue, fue nombra– do Académico Correspondiente, a petición de la Sección Navarra. Las poesías deLarramendi de fac– tura perfecta y agradable fluidez, invitan a cantarlas como las de nuestro llorado Basurko. Con perfecto dominio del euskera navarro occidental, usa un len– guaje claro e inteligible, de léxico depurado y fino, y maravilla ver la riqueza de expresion que consigue sin alejarse del habla popular ni recurrir a neologis– mos que endurecerían la natural soltura de estilo, que es cualidad notable de la obra de este venerable nonagenario donde se trasluce su ternura humana, humilde, fina y serena, con pinceladas logradas a veces con fuego de amor a su tJerra querida, a su len– gua, sus hombres y costumbres ancestrales, siempre con un sereno horizonte de religiosa espontaneidad. Larramendi, que ha dado pruebas de su capacidad poética, sería el vate ideal para autor del Poema po– pular del Bidasoa. N. de Cortazar.
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