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-69- me rendida a vuestros pies, diciéndoos de todo corazón: ¡Señora!, ¿qué queréis que haga? Hablad, Señora, que vuestra sierva escucha. Os lo prometo, Madre mía, evitaré las malas lecturas y los espectáculos peli• gr;osos. Ahora me doy cuenta de que mis malos compañeros con sus conver– s·aciones mundanas, irrespetuosas y me– nos honestas siembran espinas y abrojos y cizaña en mi alma; ahora me doy cuen• ta de que poco a poco van arrancando de mi corazón las enseñanzas cristianas, los buenos consejos de mi cristiana ma· dre y la semilla de la religión que el m::1estro y el sacerdote depositaron ea mi alma. Por eso, también os prome– to apartarme de ellos y atraer alguna al-, ma siquiera con mis conversaciones edi· ficantes a la práctica del bien y de la vir• tud. JACULATORIA.-Hablad. Señora, que vuestro siervo escucha.-Madre dél b·.i.en. consej.o, suene vuestra dulce voz en m,s oídos.
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