BCCCAP00000000000000000001788

;--68- Dichosas las almas que tienen hambre y sed de la divina palabra; segUras pue– den estár de pertenecer a mi rebaño, se– gún aquello que dijo Jesucristo: ":Uos que son de Dios oyen la palabra de Dios". Y al contrario, desgraciados aquellos que gustan de leer libros y periódicos malos, y tratan de oir a quienes hablan mal de la religión,_ porque el diablo habla por su boca. Las malas conversaci-ones y lecturas corromperán sus buenas cos• tumbres y de ovej'ás s.e convertirán en lobos, cumpliéndose el proverb'io que di– ce: Quien con lobos anda ·a aullar se enseña. Mas tu, alma querida, como estas dos ovejitas que teng.o a mi lado, oye con. atención la divina palabra, rúmiala en tu corazón, como hice yo con las ense– ñanzas de Jesucristo, y procura ponerla por obra. ¡Dichosos los que ·oyen la pa– lab'ra de Dios y la guardan! ALMA.-¡ Oh Pastora amantísima de mi alma! ¡Cuántas veces por pereza he dejadc de oir vuestra voz y de cumplir lo que· me enseñábais! ¡Mas_ahora, ved·

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz