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-99- qÚe nadie nos puede ver ni oir sino sólo. Dios". Y el santo con voz de trueno ex– clamó: "¡Desgraciada! ¿Crees que Dios te ve y en su presencia le ofendes y ro-:: bas las almas?" Y bastó esta ref]exión del solitario a·· las, p:tlabras qu,e ella misma acababa de pronunciar para convertir aquella mu- .., jer peca.dor'a en penitente y santa.' (Butiño "Es~uela de Santidad''). Un joven al salir de su habitación p2- ra cometer un pecado, oyó que le diri– gían estas palabras: "Detente, ¿ dónde vas? Volvióse y vió una imagen de la Virgen de los Dolores, la cual árrancán– dose la espada que tenía clavada en el pecho se la presentó diciendo: ,"Ea, to– ma esta espada y hiéreme primero a mi que a mi Hijo con bl pecado". Al oir esto el jÓven postróse en tierra y contd– to y llorando. amargamente pidió a Dios y a la Virgen le perdonaran. Súplicas y Letanías, pág. 205.
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