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-38- y o soy la divi~a Pastora de los infieles, pero necesito zagales que me ayuden; necesitó misioneros que prediquen Y almas que se sacrifiquen y oren por la conversión de más de mil millones de infieles que aun hay en el mundo. Salvar un alma es hacer que la san– gre de mi divino Hijo no haya sido en vano derramada por ella. Un alma vale más que un mundo, y por eso sacar un alma de' la infidelidad es más grande que sacar un mundo de la nada. ;,No quieres tú ayudarme en esta em– presa tan gloriosa? sa no puedes ir a con– vertir a los infieles en sus mismas tie– rras, a lo menos ora por ellos; imponte algún sacrificio y ayuda con tus limosnas a los .misioneros que trabajan en su con– versión. ¡Dichosa tú, si así lo haces!, porque, iri llegas a salvar un alma, ·segu– ra tienes Ia· tuya. ALMA:- ¡Oh Madre dulcísim!;l!, aquí me tienes dispuesta a trabajar cuanto me sea posible por la conversión de los • infieles; admíteme por tu :humilde za-'. gal.
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