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-155 - Sin embargo, aún dudaba. En est<1- lucha int~rior, se puso de rodilla:s,.;y rezó un avemaría implorando el auxilio.· de la S:ma. Virgen. De.spués de esto se sintió impulsado aun con mayor fuerza a ir a confesarse. Se levantó, pues,. se puso en camino sin esperar más y se confesó de su pecado. AJ regres'.lr de la Iglesia, se encon· tró con su. madrin:i, que Je preguntó de dónde venía a t:iles horas. Y el niño con un semblante que claramente reflejab:.i la dicha y la alegría del corazón, le con– testó: "Vengo de confesarme. Había co– metido un pec:ido y no quise irme a :a cama con ese pecado en el alma. Ahora que ya me confesé y recobré la gra– cia y la amistad de Dios, me voy a dor· mir tranquilamente". ¡Dichoso joven! Aquella misma noche murió. ¿Qué le hubiera sucedido, a dónde habría ido si hubiere aplazado 1a confe– sión para el día siguiente? (P. Jerónimo, pág. 50). Súplicas y Letamas, pág. 205.
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