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105, - Y después yo lo amamanté a mis pe• chos., Come a menudo, ovejita mía, de este pan que te da tu Madre, de este trigo que te proporciona tu Pastora y después dlime gra~ias como hace el pobre aon el rico que Je alarga una limosna. Recíbe– lo con pureza de alma y cuerpo y no en– tregues este pan· santo a los perros ni arrojes esta perla preciosa a los puerc,os que son los demonios, lo cual harías re– cib.iéndole en pecado mortal. ALMA:- ¡Oh mi Madre y Pastora!, qué doctrina tan santa ha salido hoy d~ vuestros labios virginales. Gracias os doy por haberme alimentado con el pan de la Sagrada Eucaristía. Quiero comer con frecuencia de este pan, que me haga fastidiosos los placeres de la tie– rra y me dé fuerzas para caminar robus– ta y sana por el largo sendero de la vida hasta llegar al cie1o. Quiero comulgar con frecuencia porque el divino Pastor ha dicho: "El· que no coma mi carne no tendrá vida en su alma". Y al contrario:

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