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restos del sabio arzobispo hispalense; el Panteón de los Reyes de León, con sus fabulosos frescos románicos -la Capilla Sixtina del románico de que nos hablaba José Mari camino de Burgos- y el museo que custodia el pendón de Alfonso VII, el cáliz de ágatas de doña Urraca, orfebrería de Arfe, códices, incunables ... Salimos maravillados, pero no consegui– mos contagiar nuestro entusiasmo a Antonio para que él también admire semejantes tesoros. A las cuatro de la tarde coincidimos los cuatro, según lo previsto, en el puente sobre el Bernesga, para reanudar la peregrinación. Hemos per– manecido aquí casi treinta horas, más que suficientes para descansar y para conocer la ciudad, y no queremos tampoco ser gravosos a nuestros huéspedes; el comentario unánime versa sobre lo estupendo de nuestra estancia en León. Nos espera, ya se sabe, nuestra archiconocida N-120. Otro cartel: «A Santiago: 343 km.» ¡Ya falta menos! Visita de rigor a la Virgen del Camino (a seis kilómetros de León) , ante la que se habrán postrado millares y millares de peregrinos al correr de los tiempos, pidiéndole ayuda y protección. El templo actual es mo– derno y llama la atención la monumental fachada metálica de Subirachs. Una serie de bodegas excavadas en la ladera y en el dintel de una de ellas el anuncio: «Buen vinín». Alguien apunta: « ¿Os habéis fijado que desde que dejamos la Rioja no hemos bebido buen vino?» Otra observación es la huella que la ruta jacobea ha dejado en la to– ponimia: Valverde del Camino) Fresno del Camino) San Miguel del Ca– mino ... ) pueblecitos que rebasamos sin detenernos. Nos corresponde ojear la número seis de nuestra cartografía (son ocho las páginas a tres columnas) y se nos aparecen como metas cerca– nas el Puente de Orbigo -«el del paso honroso», agrega José Mari-, Foncebadón, Cruz de Ferro, Ponferrada, Villafranca del Bierzo ... Las versalitas con que la cartografía destaca F0NCEBADÓN) CRUZ DE FERRO y P0NFERRADA muestran bien a las claras que se trata de hitos muy im– portantes, sin duda, del Camino de Santiago. Ya tenemos ganas de al– canzarlos ... Va cayendo la tarde. « ¿Qué veo ahí?», exclama Rafa señalando un bulto que se vislumbra en la carretera. Se acerca: es un sombrero de tela que se lo encasqueta gozoso. Villadangos del Páramo. Debemos de llevar ya unos veintitrés kiló– metros, buena ración para una tarde. Gracias a Dios, tampoco hay aquí pegas para cenar y dormir. '!i3
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