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talidades pueblerinas; pasamos y repasamos la soberbia Puerta de Santa María y saludamos repetidmente la estatua del Campeador en actitud de marchar a la conquista al frente de sus mesnadas. Ni nos privamos de la visita al Ayuntamiento, donde, tras alguna vacilación, se nos ocu– rre preguntar por curiosidad si no hay algún albergue para peregrinos de Santiago, siquiera como reliquia de pretéritas edades y para hacer bueno eso de «ciudad hospitalaria», y nos responden que, a pesar de toda la propaganda, no hay ninguno, si exceptuamos el Refugio Municipal, nada recomendable en esta época de fiestas, en que puede estar lleno de gente non sancta. (Una prueba más de que todo el aparato propagandís– tico está enfocado de cara el peregrino motorizado, con divisas o buena cuenta corriente; los de «infantería» no contamos; estorbamos.) Después de comer en X. X. (me reservo el nombre, porque nos han servido tarde, mal y caro) , proseguimos nuestro deambular callejero, mientras los dos de Pamplona aguardan en la Casa Sacerdotal la venida de sus familias respectivas, ya que Xavier ha decidido en firme no con– tinuar, por razones de salud. Se nos ocurre que sería una jira de sumo interés artístico e histórico la que abarcara en su itinerario los monas– terios de las Huelgas, San Pedro de Cardeña, Silos y la Cartuja de Mi– raflores, pero ... el tiempo apremia (19). Al caer de la tarde regresamos a nuestro alojamiento; allí están ya los padres y un hermano de Xavier y la madre de José Mari; nos salu– damos como si de viejos amigos se tratara y entre todos intentamos in– fundir ánimos a Xavier. Es inútil nuestro empeño. La madre de José Mari me da las gracias por haber recibido a su hijo en nuestra compañía, cuan– do somos nosotros los que debemos agradecer que haya querido unírse– nos, y no lo digo por halagarla; Xavier me entrega su pañuelo sanfermi– nero para que sea yo, puesto que él no podrá, quien se lo coloque al cuello al Señor Santiago, cuanto tenga la dicha de abrazarlo en su catedral compostelana. Acepto emocionado el encargo. Nos despedimos con verdadero sentimiento y noto no sé qué en lo profundo del alma cuando se aleja el coche en que se nos va Xavier... Hay que pensar en que mañana es día de escuela, es decir, de marcha y nos conviene ir a la cama cuanto antes. José Mari se despista y cele– bra un breve coloquio con las religiosas de la casa; es hecho depositario de ciertas confidencias y, al contrario que ayer, queda gratamente im– presionado. 6 DE JULIO: BURGOS - CASTROJERIZ (46 KM.) Todavía es oscuro ciego -las cinco de la mañana- cuando decimos adiós a la «hospitalaria» Cabeza de Castilla ¡ a las afueras creemos adi- 3.6

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