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Alguien, al vernos pasar, se permite una chufla a nuestra costa y profiere por lo bajo, aunque no tanto como para que no lo oigamos: «Estos tíos no tienen ni para pipas». Finalmente, y tras varias tentativas sin éxito, recalamos en la Casa Sacerdotal. Aquí se establece una pugna dialéctica entre José Mari y el administrador; nuestro compañero deja bien sentado que para nosotros no es problema de dinero ni defendemos ventajas económicas, sino úni– camente nuestra condición de peregrinos. Al final no queda otro reme– dio que transigir si no preferimos quedarnos en la calle. Luego, a solas, lamentamos la falta de flexibilidad y comprensión del administrador, aunque por otra parte quizá el buen señor se haya extra– limitado al alojar a unos extraños en una casa de la que no es propieta– rio y que tiene un destino bien determinado. Y, en definitiva, tampoco podemos quejarnos, ya que las habitacio– nes son amplias y limpias, disponemos de baño con agua caliente y el precio es moderado. La cena es frugal, excesivamente frugal: sopa y un huevo pasado por agua. Alguien a quien repugnan los huevos así servidos y los prefiere duros, expone su deseo y se encuentra con esta respuesta: « ¡Bah! Quizá les salga así alguno.» « ¡Y nos hablaban de Burgos, ciudad hospitalaria!» 5 DE JULIO: DESCANSO EN BURGOS Una buena recomendación para dormir bien es acostarse con el es– tómago ligero; a eso se deberá que hayamos dormido esta noche tan es– tupendamente. Hay que aprovechar la ducha, que es un lujo del que no disponemos todos los días; a continuación nos echamos a la calle dis– puestos a no dejar ni un rincón sin .escrutar ni un monumento por recorrer. Es una agradabilísima novedad caminar a cuerpo, sin la joroba de nuestras mochilas, tan precisas como molestas. Almorzamos primero . en un tascucio y ... a «turistear» se ha dicho. Recorremos en grupo la ciudad de norte a sur y de oriente a ponien– te; contemplamos con verdadera fruición cuantos monumentos religio– sos y civiles de que se enorgullece la ciudad. La visita a la gótica cate– dral es morosa y amorosamente prolija, con sus capillas, retablos, es– culturas, el sepulcro de don Rodrigo Díaz de Vivar y de doña Jimena ... y, por no perder ni siquiera un detalle, nos esperamos incluso a que se asome el famoso Papamoscas, a riesgo de que alguien nos tache de men- 35

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