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Antonio y Rafa entran en un bar de las afueras para comer y yo sigo adelante, porque ahora sí que me encuentro inapetente de verdad. Jus– tamente me he separado de mis compañeros de viaje cuando me tropiezo con mis buenos amigos José Mari Gil y Angel Serrano, que no salen de su asombro al verme con mi mochila, sudoroso, encendido, y oír de mis labios que vengo andando desde Zaragoza, camino de Santiago de Com– postela. -¿A Santiago, andando ... y sin bordón? ¡Imposible! -me interpe– lan con cierta incredulidad. -Pues sí, amigos; a Santiago, andando y sin bordón -les respondo lisa y llanamente-; en el bar de la gasolinera están comiendo los otros dos peregrinos. Me cogen del brazo y me obligan a entrar en casa; como no me cumple tomar nada sólido, saboreamos en buena compañía unas cervezas fres– quísimas, mientras les cuento las incidencias -pocas- de estos dos días y nuestros planes para los venideros. Me proporcionan un bastón rústico y ligero que yo prometo devolverlo a mi regreso; nos despedimos con un abrazo, llego al convento de capuchinos, me tomo una ducha soberana y, vestido y calzado, me tiendo sobre la cama. Poco después llegan Antonio y Rafa: todo son atenciones, desvelos y solicitud. Oímos la misa vespertina, recibo una visita -breve, pero entrañable-, cenamos (para mí es el desayuno) y nos entregamos a un descanso bien merecido. La hospitalidad de que ha hecho gala la fraternidad capuchina de Tudela es digna de quedar grabada en bronce. 29 DE JUNIO: TUDELA-CALAHORRA (45 KM.) Desayunamos en el convento antes de iniciar la tercera jornada; ésta va a constituir, a nuestro parecer, la jornada de prueba y va a confirmar o invalidar la pauta que nos fijamos en Zaragoza. La primera fue agota– dora por dejarnos arrastrar de nuestro entusiasmo inicial y por no haber calculado las distancias; la de ayer, que nos la prometíamos muy lleva– dera, nos resultó criminal a consecuencia del esfuerzo del domingo y, sobre todo, por no habernos sujetado a un ritmo prudente y fielmente sostenido, tanto en la marcha como en los descansos. Hoy tenemos pro– gramados cuarenta y cinco kilómetros, hasta Calahorra, y esperamos con– seguirlos si nos organizamos como Dios manda; por lo tanto: procura– remos mantener un paso constante y moderado , como de unos cinco ki– lómetros por hora; cada hora aproximadamente efectuaremos un des– canso de cinco minutos, a ser posible de pie, para que no se entumezcan 18
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