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~ contra los mal llamados "encomenderos y caciques" estaba en su punto ; candente de furor. Esta narración resultaba para ellos pintiparada para ~ hacer demagogia barata. V ~ Para aquella época, ya tenía yo elementos propios de juicio, tales ~ como para no dejarme ofuscar ni embaucar por las apariencias o las 0 primeras impresiones. Una continuada y desagradable experiencia : personal y ajena me capacitaba para ser prudentemente cauto y precavido. ; Sabía en carne propia que las relaciones sociales y laborales entre indios z y criollos estaban signadas por la mutua desconfianza, la mutua codicia y la mutua picaresca. Pasados los años, muertos los protagonistas y desaparecidos en mala hora los trabajos del arroz gracias a la aniquilación propiciada por los politiqueros del voto cautivo, abordo de nuevo una transcripción que sea al menos medianamente aceptable, por ende tentativa. Los mis– mos guaraos a quienes acudí en mi ayuda encontraron sumamente difícil concordar en una transcripción única, en todas sus partes, de este texto. Finalmente, el año pasado, me propuse no terminarlo sin una transcripción definitiva, dado el interés importante de este texto, asumiendo los riesgos que se presentaban. En ella tuvieron parte muy interesante e interesada por el reto que suponía, las mujeres y niños, también los pequeños, de la familia de Ireneo Reinosa, en Nabasanuca de Janajobasa (o Janajobasa de Nabasanuca, como sería mejor decir). Él también, desde lejos, mientras curucuteaba y reparaba la casa de tabla de esa Estación Misional, hacía sus comentarios y observaciones críticas, basándose más que en el oído, en el contexto o en los usos gramaticales. El valor de la opinión de los niños lo acepté como criterio tan importante como el de la de los mayores. Los niños tienen un oído más fino y tienen menos prejuicios para dejarse influenciar por intereses étnicos o pundonores de grupo. A pesar del empeño desplegado por todos, siempre quedaron frases indescifrables, interlocutores no definidos y pequeñas lagunas, lo que finalmente logramos superar en casi su totalidad en San Francisco de Guayo, gracias al esfuerzo de Raúl Andrade y Daniel Girona, como los anteriores, ex alumnos de la Misión. No es mi interés parcializarme por ninguno de los dos conten– dientes. Sabedor de las posibles marrullerías y vivezas de ambas partes,
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