BCCCAP00000000000000000001781

sino que también debe encarnarse, integrarse y vivirse, en cada momento y en cada época de la historia. No de un modo teórico, sino en lo más concreto, vivo y problemático de cada circuns– tancia histórica. Ya que ése es, y no otro, su razón de ser: encarnar, sembrar a Cristo en lo profundo, en el corazón de la historia, en la acción del hombre, ya que ésta no es más que lo que el hombre hace. YDios por Cristo, después de hacerse hombre, o además de hacerse hombre, también se hizo historia en el hombre. O si se quiere más claro y más concreto: primero Dios se hizo Hombre; después de irse a los cielos, por decirlo de alguna forma para entendernos, en una segunda etapa, se hizo hombres, es decir, se encarnó en cada uno de nosotros, y metido en el interior de cada uno · de nosotros que hacemos la historia, con nosotros, también recorre y se hace historia. Por lo que Cristo está en la acción más concreta, más viva, y más humana de cada hombre; y en cierto sentido, en la mejor acción, así como en la peor obra de cada uno, puesto que está inserto por nosotros y en nosotros, en la historia toda. El Evan– gelio no es más que la expresión del obrar de Cristo; o Cristo obrando por nosotros; o nosotros obrando por Cristo. Y una de nuestras acciones, en verdad importante, es el obrar político. No decimos que toda acción del hombre sea política, aunque según como se mire también puede ser cierto, pero sí que toda política es acción del hombre, y como tal acción está inmersa de Evangelio y de Cristo (pues Cristo hace la historia, y El se hace historia, como hemos dicho, en nuestro obrar). Y está impresa de Cristo y de Evangelio; o para bien, si lo hacemos según Ellos; o para mal, si mutilamos a Cristo y su Evangelio en ese obrar nuestro, no obrando según Ellos. (Por eso hemos dicho que Cristo está en nuestra mejor acción, y en la -44-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz