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último sentido tiene más aplicación hoy eclesiológicamente, sobre todo, en América Latina; también es allá donde más se han proliferado. Los documentos de Medellín las definen como una «Comu– nidad local o ambiental, que corresponde a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros... Es el primero y fundamental núcleo eclesial que debe, en su propio nivel, respon– sabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula inicial de estruc– q1ración eclesial y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo (...) Su finalidad, como signo eficaz de la Iglesia, consiste en. hacer pasar a la misma Iglesia de un proyecto abstracto a una existencia con– creta. Deberá ser .una comunidad de fe formada por cristianos evangelizados y catequizados que viven en incesante_espíritu de misión» (15). La definición es muy valiosa, y quizá sea la mejor que se haya dado hasta el presente; a nivel jerarquía, ciertamente, en parte de las veces por culpa de los del centro en esa lucha por la vida. Ahora yo me pregunto: ¿quién debe evangelizar a quién: los del centro a los de los barrios, o los de los barrios a los del centro? ¿La señora que está planteándose con toda seriedad el modo de evangelizar al barrio, o la señora del barrio a la que tiene tirada por los suelos y escaleras de su casa, lavánd~las, mientras ella cavila apostólicamente en un cómodo tresillo?.- Los de los barrios tienen ya y viven de hecho el Evangelio, en esas formas de vida apuntadas arriba; sólo hace falta que caigan en la cuenta de él. Cuando caen, son los cristianos más auténticos y forman las cristianidades más florecientes. Estas Comunidades Cristianas hacen caer en la cuenta en esos barrios que el Evangelio lo poseen ya, que sólo les falta tener conciencia de él; cuando lo consiguen forman la mejor Iglesia. (15) «IGLESIA Y LIBERACION HUMANA» (Los documentos de Medellin), Edit. Nova Terra, (Barcelona), 1969, p. 233. -41-

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