BCCCAP00000000000000000001781

Pero será «a partir sobre todo de la etapa preconciliar, corrobora Useros la afirmación del Cardenal Suenens, (cuando) se observa que de la masa de bautizados han comenzado a des– tacarse las comunidades de fe, en las que se aspira a lograr una interiorización, una personalización y una concreción testimonial más auténticas de la opción cristiana» (4). Aunque como dice también en otra parte, y lo copiamos al pie de la letra, pues no creo que nosotros lo dijéramos más clara– mente, «en realidad no se puede decir que las comunidades de base sean una invención «novedosa» en la vida de la Iglesia; tal como se describen hay que reconocer que siempre ha habido en la historia del pueblo cristiano auténticas comunidades de base». Más, afirma Pin: «los creyentes son conscientes de no haber creado nada, sino de haber respondido a una llamada, a una vocación, o mejor dicho, de haber encontrado el verdadero significado de su existencia terrestre. Aunque sea verdad que la fe supone una participación libre, esto no aparece como una creación, sino como una adhesión. La solidaridad que une a los creyentes (...) es una solidaridad obligatoria, preexistente» (5). «Es más, sigue Useros, se puede decir que para la Iglesia no hay otra forma primaria de actualizarse como comunidad, que no sea la comunidad de base. Pero lo que es más «novedoso» es ese estado de con– ciencia actual» (6). «Se trata de una nueva conciencia, de una manera distinta, al menos con relación a la modalidad predomi– nante en el medio ambiente, de sentirse Iglesia, y de realizarse como creyente» (7). (4) OSEROS, M., «Cristianos en comunidad», Edit. Sígueme, (Salamanca) 1970, p. 45. (5) CARRIER, PIN, o. c., p. 318. (6) OSEROS, M. o. c., p. 156. (7) Ibídem. p. 46. -35-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz