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CAPITULO I APARICION DE LAS COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE Enclavadas en esta perspectiva dinámica y social, tenemos que encuadrar las Comunidades Cristianas de Base, con las mismas necesidades a cubrir, y los mismos medios a emplear que los ref~ridos antes', pues no nos tenemos que olvidar que lo espiritual o sobrenatural del hombre, no es algo que se le super– POI?,e como una escafandra, o un traje espacial que le venga de fuera, sino que radica en la naturaleza misma; o mejor, ·es esa misma naturaleza humana elevada, o elevándose al plano sobre– natural en un desarrollo pleno e integral, pues ambas son iguales, sin hacer esa distinción tan a cuchillo entre natural y sobrena– tural; por lo que dirá un autor harto citado a lo largo de este estudio, que no hay tema más fundamentalmente cristiano, que la liberación. interior del hombre (1); que es a lo que tienden las comunidades esas todas, y sobre todo, esas Cristianas de Base, porque toman al hombre más entero. Por eso decimos que las anteriores asociaciones, grupos, comunidades, o como se las quiera llamar, que el hombre, por una necesidad psicológica y social, forma en las ciudades, cree– mos que a nivel liberador integral de la persona, quedan aún en relación bastante superficial, y no es suficiente; sino que se (1) ALONSO, A,, «Comunidades Eclesiales de Base (Teología-Sociologia– Pastoral)», Edit. Sigueme (Salamanca), 1.970, p. 127. -33-

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