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les son muy comunes, y conservados a ultranza, y su cohesión externa muy acusada y de muy difícil cambio, por lo que son civilizaciones estáticas, pasivas y cerradas. SOCIEDAD URBANA Pero una nueva civilización y sociedad está surgiendo, con características y contornos bien definidos: masiva agrupación de edificios, altos rascacielos, amplias avenidas, transportes atra– vesando toda la ciudad, medios de comunicación dominándolo todo; fuga de agricultores a la gran urbe dando lugar a las grandes concentraciones humanas. Por lo que muchos economistas prevén que en algunos decenios la proporción de la población urbana en los países industrializados podrá alcanzar un 90 por 100, pues los fenó– menos principales parecen marcar la evolución de la sociedad contemporánea: la racionalización de la vida económica y la urbanización (13). La vida económica se racionaliza. Ya no es aquel esperar sosegadamente la cooperación de la tierra y del cielo, como en la sociedad rural, para conseguir una mayor cosecha: aquí no hay inviernos ni veranos, días de sol o de lluvia que haga cambiar el ritmo de trabajo, porque siempre se persigue el máximo lucro, y, en principio, no puede haber nada exterior que lo altere. Y «la urbanización, escribe Cox, significa una estructura de vida común en que campean la diversidad y la desintegración de la tradición. Significa un tipo de despersonalización en que se multiplican las relaciones funcionales. Significa que un grado (13) Cfr. CARRIER, PIN, «Ensayos de sociología religiosa», Razón y Fe, (Madrid) 1969, p. 126. - 24-

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