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erizadas de sutiles dificultades, Salve Regina y Un Soir de Neige de F. Poulenc. Lo apuntado hasta aquí sirve de muestra de la trayectoria que seguía el coro en su quehacer musical; en la imposibilidad de seguirla paso a paso, indicaremos los puntos de su evolución.Cer– ca de Navidad «presenta un programa novedoso y atrayente con muchas obras nuevas y no era cosa de perderse su audición» (Calderón); esta circunstancia amparó al inclusión de la Berceu– se, dedicada a la Coral, de J.M. Berobide (1882-1967) el tríptico franciscano de Donostia (sobre texto de Verdaguer) y villancicos de autores tan poco habituales como Alain Gommier, Bourgault y Billings y los del P. Prieto. En su gira por Europa se frecuentan Anchieta, Palestrina, R. de Lassus, Banchieri, Debussy, Ravel, Strawinski, Poulenc, A. Salazar (1890-1958), Donostia, Prieto, Olaizola y Schlinder, con pequeñas variantes ocasionales. El gusto renacentista se recalca con Luca Marenzio (Cefiro Torna, Ma per me lasso) y Baldasarre Donati (1530-1603) (Villanesca alla napolitana) y Chant des oi– seaux de C. Jannequin. (Por culpa de los duendecillos de la im– prenta, aparecen en los programas curiosas erratas; las canciones de Salazar atribuidas a Gil Vicemte (Siglo XVI) autor de los versos, el Contraponto de Banchieri a Rameau; Monteverdi se convierte, en Pamplona, en Monteberri y el autor del Contrapon– to en Banzieri). Por el año 56 se introdujo una novedad bien acogida: los negros espirituales. A. Inaraja elogió esta innovación «completa– ban este programa una serie de negros espirituales muy bien in– terpretados, y a los cuales se les dio ese ritmo inconfundible que les caracteriza» (V. de E., 1-IV-58). Filare escribió: «Siempre será un éxito entre nosotros, por su exotismo -por su ritmo que– brado- la síncopa es lo primero que entra por los ojos, que se graba con más fuerza-, y por su melancolía muy personal. .. Huel– ga decir que el brío, la alegría y hasta la pantomima del solista... coadyuvaron a un éxito que venía desde las partes anteriores, culminando aquí» (P.N., 20-VI-59). V. Ruiz-Aznar, J. Bello Portu y J. Pildain (1927 ... ) entre los españoles y B. Martinu (1890-1959) han engrosado la relación de contemporáneos. El año 62 destacó la puesta del Oficio de Sema– na Santa de Victoria, 16 números, música sacra de altísima cali– dad que no se aireó como debiera. En la última etapa se han incorporado más obras que enriquecen algunas épocas: G. de 47

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