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Desde los primeros conciertos se confeccionan los programas tomando como constantes Victoria, Mozart R. de Lassus (Fuyons tous d'Amour le jeu, Un jour vis un foulon) C. Jannequin (Au joly jeu du pousse avant), Rachmaninoff, Donostia, Almándoz, Guridi, Usandizaga y los Mocoroa, a los que se incorporan ense– guida E. Bonnald y Uruñuela (1891-1962). El impresionismo francés con Debussy está presente ya en el concierto de Pamplo– na, en 1948, junto con Fauré; también los modernos madrigales del P. Prieto se hacen frecuentes a partir de la .misma fecha. Se acentúa la devoción por el renacimiento con «El eco» de R. de Lassus, el famoso lamento de Arianna de C. Monteverdi (1567- 1643) y el Benedictus y otros motetes de Palestrina. El barroco queda representado por el evocador «Canto a la noche» de J.P. Rameau (1693-1764) y J.B. Pergolesi (1710-1736). Era en 1950 cuando la elección de autores de un programa de la serie de «los matinales de Gayarre», se extremó tanto que Filare indicó: «el carácter del coro de Eraso es austerísimo: cabe decir que excesivamente austero. Que mire este joven director para quién confecciona sus programas. Muy bien el domingo su lección de canto, admirable el concepto de sus versiones, pero el programa fue tan serio, casi patético. Eraso en el arte coral, no hace la menor concesión al público: yo creo que aquella «errota– zaia» no la ha puesto por su gusto; su ritmo festivo parece que se ha introducido de rondón en su programa por ver de aligerar un tanto aquella colección de nombres grandes de toda la historia orfeonal. A pesar de todo lo dicho el público supo apreciar todas las grandes cualidades del coro baztanés» (P.N., 7-II-50). El mis– mo crítico apuntó en otro «matinal»: «pocos programas podrían ser ofrecidos que invitaran mejor al interés que el que Eraso escogió ayer y que fue desarrollado ante un público escasísimo». Era frecuente encontrar asociados en el mismo recital a Pales– trina, Monteverdi, Bach, Rameau, Victoria, alternando con Saint-Saens, Donostia, Prieto· y otros. Transitoriamente se agregan tres obras de J. del Enzina (1469- 1529) un Kyrie de J. de Anchieta (m. 1523) y algún motete de Josquin de Prés (vers. 1449-1521) «Prínceps musicorum». Se de– canta la tendencia hacia el impresionismo con «Trois Chansons» de M. Ravel (1875-1937); junto a él figura I. Strawinski en los matinales. Y antes de haber cumplido los diez años de edad, el repertorio ofrecido en Pamplona incluía nuevas obras de R. de Lassus, de William Byrd (1543-1623), A. Banchieri, y dos obras 46
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