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antes que nada, amén de capuchino, compositor, al P. Donostia se le debía este homenaje en Pamplona ... Todo salió bien, a satisfacción de intérpretes, público y crítico que hoy recoge velas y da la enhorabuena a todos. Antes que nadie a la Institución Príncipe de Viana que se apunta quizá el mejor tanto de su exis– tencia. Así como suena». Además de la Coral, actuó la Orquesta Santa Cecilia dirigida por J. Bello Portu, interpretando las «En– fantines» por primera vez; el coro femenino del Gayarre cantó «Vientecico murmurador», acompañado por la orquesta. En el aniversario de la muerte del P. Donostia (30 de agosto 1957) la Coral volvía a cantar la Misa de Requiem en la iglesia de Lecároz, acompañando al órgano Claudio Zudaire 1 . Charleroi El «Festival International des Jeunes Chorales» (1958) fascinó un poco al coro, y el 26 de agosto, en el Palais des Beaux-Arts volvió a cosechar triunfos. La prensa hizo excepción con el grupo elizondarra, dedicándole ul1 comentario individual: «A falta de poder identificar todas las obras, nos limitaremos a decir unas palabras de la ejecución... El grupo produjo en el auditorio una excelente impresión, exteriorizada por los nutridos y continuos «bravos». Formidable éxito el de esta agrupación y de su Director eminentemente simpático» (La Nouvelle Gazette, 28-VIII-58). La jira se completó con diversas actuaciones como la ofrecida a la televisión flamenca y a la Feria internacional. Concierto de Primavera Presentar la música adecuándola a la vivencia del momento, es casi una obsesión de Eraso. Celebrar la primavera, adornar la Navidad, cantar al amor y la muerte requieren un talante preciso; al hilo de esta idea se preparó el concierto para el 19 de junio de 1959, cuyo programa editado con gran alarde tipográfico, llevaba un dibujo a la cera realizado a mano. Filare trazó su impresión en l. J . Bello Portu sufre un pequeño lapsus al afirmar «el día 30 de agosto de 1957, aniversario primero de su muerte, en Charleroi (Bélgica) se cantó en su Colegiata por la «Coral de Elizondo» con Eraso, y el que esto suscribe, al órgano» (Cuadernos de Música y Teatro, 1986, pág. 18). 22
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