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en el más poderoso campo de hispanización del mundo." (A.Rosen– blat, Los Conquistadores y su Lengua, págs. 129-136). * * * El punto de partida de nuestro largo recorrido de medio milenio fue el año 1492; pero mi punto personal de partida fue el 24 de di– ciembre de 1932 cuando salí del puerto de Cádiz y mi punto de llegada fue el 7 de enero de 1933 al puerto de La Guaira. En este acto, para mí muy emotivo, evoqué los diez primeros años de mi vida en Arme– Hada de la Ribera, donde aprendí el Castellano, y digo con el maestro Unamuno que "No sé cómo puede vivir quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez". Evoqué también mis años de formación entre los Padres Capuchinos de Castilla y dentro ya de Venezuela, las Misiones en las que me permitieron trabajar, los Pueblos Indígenas que me acogieron y enseñaron tantas cosas. Pienso que no hay ni puede haber tarea más honrosa que terminar de hacer la patria, aglutinando a la misma las tribus indígenas y los territorios por ellos habitados, no quitándoles nada y sí dándoles muchas cosas de que carecían. De Cristo aprendimos que la mayor grandeza es ser servidores; y entre nosotros circula la sentencia de Bolívar, plenamente cristiana, según la cual "la grandeza consiste en ser útiles" a los demás. Parodiando al poeta Luis Pastori, permítanme decir: desde allí y hasta aquí me tra– jo el río. Con San Pablo y con el príncipe de los líricos españoles, San Juan de la Cruz, me recuerdo a mí mismo que el don de lenguas cesará, que no seremos examinados de cuántas lenguas hablamos, sino del amor con que actuamos; porque esto, el amor, será lo único definitivo y per– manente. Al terminar su discurso de incorporación a esta Academia de la Lengua, dijo el Dr. Eduardo Arroyo Lameda: "Señores Académicos: Hay dos maneras de cumplir la misión, que os ha sido encomendada, o sea, la de fijar, limpiar y hacer esplender el idioma. Una está a cargo de los filólogos, veedores nimios de la herramienta verbal; la otra, en manos de los grandes escritores, que arriman al Diccionario las alas del espíritu. Felizmente, dentro de esta corporación hay cimeros repre– sentantes de ambas categorías." Y digo yo, terminando mi disertación: El Castellano seguirá dando a los Pueblos Indígenas venezolanos pala- -52 -
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