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ticos de A. Humboldt: "19 El indio conservará su individualidad, su fisonomía nacional, conservando su idioma americano. 29 Todo idioma, por bárbaro que parezca, descubre un principio regulador ( la organi– zación intelectual) , que ha presidido su formación". Y aquel otro prin– cipio de orden pedagógico y pastoral, muchas veces y de muchas inane– ras expresado por San Pablo y otros apóstoles, que voy a citar aquí tomándolo del Sínodo de Quito ( 1570) por lo breve y claro de la expresión: "Quisque instruendus est ut intelligat: hispanicus, hispa– nice; indus, indice". La sorpresa venía de que aquel libro daba un salto de los Voca– bularios de todo el siglo anterior y penetraba en la estructura morfo– lógica y sintáctica; o, lo que es lo mismo, era una verdadera Gramá– tica y precisamente de una de las lenguas menos estudiada. Que era acumular mérito sobre mérito. Y se afí.adía la esperanza próxim,a de que el autor de aquella gramática, manejando perfectamente el idioma guaraúno, podría "coleccionar textos, esto es, cuentos, pequefí.as histo– rias, etc., etc, acompafí.adas de una fiel traducción interlineal y, cuando necesario sea, provistas de notas aclaratorias", así como también infor– maciones directas sobre los usos y costumbres de su organización social, forma de casamiento, ritos funerarios y demás. Cosa, que no pudo hacer el P. Bonifacio, pero que comenzaron a hacer los misioneros más jóvenes, recién llegados: Padres Tomás de Grajal y Félix de Vegamián; y tarea que llevaron a la máxima altura los inmediatos: P. Alvaro de Espinosa, Basilio de Barral y Gaspar de Finilla; y que mantienen en alto los Padres Antonio Vaquero, Julio Lavandero y Damián de Lario. Este mismo esquema y ritmo de estudio y publicación encontra– mos entre los misioneros capuchinos, que iniciaron sus tareas en la región de la Gran Sabana o alto Caroní el afio 1931 y continúan hasta nuestros días: Diccionario, Gramática, Catecismo, .Historia Sa– grada en edición bilingüe, cuentos, leyendas, invocaciones mágicas, can– tares . . . Y, aunque en menor escala, también los Padres Salesianos en el Territorio Amazonas y los Padres Capuchinos en Guajira-Perijá. Debe tenerse en cuenta que, igual que en los tiempos antiguos, no todo lo que escribieron los misioneros ha podido ser publicado. Y debe saberse y debe ser muy valorado el hecho de que los misioneros han puesto el máximo interés en procurar que los indígenas, al apren– der el castellano, no deserten de sus lenguas; han insistido ante las -43-
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