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relación al Castellano, aún nos queda el deber de agradecerles a estos sabios su idea, bien mantenida y muy beneficiosa, de que las aporta– ciones de las lenguas indígenas no fueron unos préstamos lamentables o detestables, sino un verdadero enriquecimiento. Si hasta el cero enri– quece a quien lo pone a su derecha, ¿cómo no han de enriquecernos los elementos de otros grupos culturales, asimilables biológicamente o mediante la lengua; que todo lo capta y todo lo representa? Por la vecindad con el tema lingüístico, sería esta la oportunidad de tributar un aplauso a los literatos que se inspiraron en los grupos indígenas para ciertas creaciones literarias, líricas o novelísticas, y tam– bién a quienes los escudriñaron desde el campo de la historia, de la arqueología, de la sociología y de la etnografía. Evocamos a los autores de Yguaraya, Aramare, Peonía y Anaida, a Celestino Peraza, a Elías Marcano, a Rómulo Gallegos, Adolfo Ernst. V; A PARTIR DE LA RESTAURACION DE LAS MISIONES EL AÑO 1924 Cuando el año 1928 apareció un libro, cuyo modesto título era "Ensayo Gramatical del Dialecto de los Indios Guaraúnos", un profe– sor de la universidad de Cambridge escribió entusiasmado: "La ameri– canística, tan brillantemente representada en la noble patria del genial Libertador por las obras de Fonseca, Jahn, Lares, Oramas, Rojas, Salas y Tavera Acosta, ahora viene a ser enriquecida de una manera que ni el más optimista entre los profesionales jamás hubiera esperado. Me refiero aquí a la obra de un humilde misionero capuchino, la que lleva por título "Ensayo Gramatical del Dialecto de los Indios Gua– raúnos", Caracas, Emp. Gutenberg, 1928". ¿Qué estaba sucediendo en Venezuela y de dónde aquella sor– presa? Estaba sucediendo algo tan importante como la restauración de las Misiones a los 100 años exactos de aquella ley dada en Bogotá y a los 100 años exactos de aquellos decretos dictados por Bolívar y cumplidos ahora al pie de la letra. Los mismos misioneros capuchi– nos estaban empezando a tropezarse con los mismos indios, pasando el mismo río en la misma canoa. Y estos misioneros llevaban en su alma o adquirieron inmediatamente, al ponerse en contacto vivo con los indios en aquellas tierras fronterizas estos dos principios lingüís- - 42 -
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