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Todas estas zonas misionales, donde trabajaron los Franciscano– Capuchinos, los Franciscanos Observantes, los Jesuítas y los Domi– nicos, tuvieron muy buenos cronistas e historiadores y aún los siguen teniendo. Por esta razón, el tema lingüístico a que debo ceñirme, se podría extender a muchas páginas, pues abundan las informaciones. Pero de este mar de informes y de zonas tan extensas y de aquellos tiempos (150 años donde más y 100 donde menos) sólo voy a pre– sentar algunas de las cosas más sobresalientes y amenas, pues un tema cordial merece ser presentado con amor y dulzura. El estudio y el uso de las lenguas indígenas por parte de los misioneros, además de innegable, es un hecho altamente meritorio: pri– mero, en el aspecto religioso, y luego, en el estrictamente filológico y literario. Sobran las pruebas y también el reconocimiento de los científicos antiguos y modernos. Simplemente como muestras deberé citar algunos. Pero, a la vez y ya de entrada, debo decirles que la enseñanza del castellano no estuvo ausente del programa misionero, cosa que es menos sabida y sobre la cual también debo informarles. Veremos las razones o causas que movieron a los misioneros hacia uno y otro campo y admiraremos los niveles alcanzados. Y para que la prueba de los hechos pueda estar en manos de los interesados en estos estudios, el Centro de Lenguas Indígenas de la UCAB ofrecerá en los próximos meses cinco monografías bajo el título de "Contribución de los Misioneros Jesuítas, Dominicos, Franciscanos Observantes y Fran-· ciscano-Capuchinos a la Filología Indígena Venezolana"; y también tiene en su programa la publicación de todo el "Corpus Lingüístico", mayor o menor, que ha llegado hasta nosotros, editado o inédito, y que superará con mucho al tan meritorio de Julio Platzman, publicado en edición facsimilar, lo mejor que hasta ahora tenemos; y aún se proponer avanzar hacia otros campos, que se derivan o dependen de la Lengua. Pensando para mí en las causas que movieron a los antiguos misio– neros al estudio de las lenguas indígenas, que se hablaban en sus respectivas zonas de trabajo apostólico, encontramos que fueron cinco principales: 19 Las Misiones en Venezuela, tras aquel cortísimo tiempo de Cumaná, se instalaron después de los grandes Concilios de Méjico, Lima, Bogotá y Santo Domingo, en todos los cuales las lenguas indí- -32-
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