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Siguiendo el hilo de la historia, llegamos al Sínodo de Caracas del año 1687, celebrado con gran despliegue de ceremonias y gran con– curso de asistentes bajo el pontificado de Don Diego de Baños y Soto– mayor. Allí volvemos a tropezarnos con los mismos tópicos: concen– tración de los indios dispersos en poblados, escuelas para aprender el castellano y la doctrina cristiana y uso de las lenguas nativas. Pero la lectura directa de lo que allí se dice sobre el último punto nos deja ver claramente que esta última obligación se batía en retirada. No se le dedica ningún párrafo aparte ni menos el lugar principal entre las obligaciones; aparece sólo en una oración incidental, perdida por allá y dicha como por rutina. Leamos: "Ordenamos y mandamos a nuestros Curas Doctrineros, así Seculares como Regulares, que en conformidad de las Reales Cédu– las de Su Majestad, tengan mucho cuidado en que los muchachos y muchachas de Doctrina y los demás Indios e Indias de su pobla– ción y feligresía, cuando se congreguen a rezar, sea en el Idioma Castellano, en cuyo ejercicio han de poner mucho desvelo para que los indios sean políticos y con más facilidad sean entendidos de sus Curas y de todos y puedan aprender a leer y escribir; y no por eso se excusen los Curas Doctrineros de aprender la Lengua de los Indios de sus pueblos para los casos que se pudieren ofrecer, y no prohiban a los Indios que quisieren confesarse en su Len– gua, el qual que lo hagan". (Const. Sinodales del Obispado de Venezuela . . . año de 1687, reimpresas el año 1761 : libro 29, título IV, § V, pág. 119). Todas las informaciones de aquellos tiempos nos confirman en la idea de que las lenguas nativas se fueron olvidando por culpa de unos y otros; pereza y desestima de quienes debieran estudiarlas y complejo de inferioridad y negligencia de quienes debieran usarlas. Y entretanto y en proporción inversa iba creciendo y extendiéndose el uso del caste– llano. Precisamente del pontificado de Baños y Sotomayor nos ha que– dado una R. Cédula, sumamente elogiosa para los indios, hábiles y fáciles para aprender cuanto se les enseñe. Es muy grato reproducirla aquí, pues lo que entonces se dijo, podemos y debemos repetirlo quienes conocemos a los indios, no por referencias, sino por largo trato. "El Rey. - Reverendo en Cristo Padre Obispo de la Iglesia Catedral de Venezuela. En carta del 29 de noviembre del año pasado -26-

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