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f) Extraño y considerado como milagroso el caso del morisco que el año de 1545 apareció en la isla de Margarita, que durante doce años había permanecido cautivo de los indios en tierras del Orinoco. ([bid., vol. 70, págs. 86-87). Y como éstos, cuántos otros, que no pa– saron a la historia, pero que sí fueron agentes de intercambio ideoló- gico y lingüístico en ambas direcciones. • Milagroso les pareció a unos españoles, que saltaron a tierra en un poblado de indios de la isla de Cuba el año 1512 y los vieron y oyeron bailar sus areitos y en ellos decir: "Ave María, Santa María, ayúdanos". El milagro se aclaró cuando supieron que entre ellos estaba viviendo un marinero español, que allí se había quedado rezagado y enfermo algunos años atrás. De este período, que yo sepa, no nos ha quedado ningún informe acerca· de qué palabras castellanas penetraron en las lenguas indíge– nas. Pero tenemos a la mano en nuestros actuales grupos indígenas (los que habían permanecido más aislados o menos comunicados) como un espejo retrovisor, que nos permite afirmar con toda seguridad la penetración de algunos nombres propios y comunes, tales como Dios, Santa María, Jesucristo, Iglesia, Isabel, Margarita, Juana, camisa, ci;u:ta, arcabuz, plata, español, castellano, negro. Claro que adaptadas a la fonética peculiar de las lenguas indígenas americanas, que por lo ge– neral carecen de algunos de nuestros fonemas. Berna! Díaz del Casti– llo, refiriéndose a Méjico, advierte que también pasaron a la lengua de los indios palabras e interjecciones menos limpias. Hay que dar por cierto que, aparte de la transformación fonética, errores lingüísticos, afirmaciones supuestas más bien que entendidas, y cosas semejantes, penetraron en ambas direcciones. ¿Qué no dirían los indios de lo que vieron en el Viejo Mundo y qué cosas no •dijeron los europeos de lo que vieron o imaginaron en este Nuevo Mundo? Lo que el P. Las Casas advirtió sobre algunos informes de Vespucio, habría que decirlo también de las afirmaciones y de los informes que los indios, graciosos e imaginativos, seguramente trajeron de allá para acá. Dice así el célebre Las Casas: "Todas estas cosas cuenta Américo en su primera navegación, muchas de· las cuales no era posible ni en dos ni. en tres ni en diez días, que podía estar o estaba entre los indios, no entendiéndoles palabra ni una ni ninguna, como él aquí cpnfiesa, saberlas: como es aquella de que .en ocho años se mudan de tierra en -17-
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