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29 P edro S ánchez C iruelo (1470-1548) teólogo y humanista del siglo XVI Su intención, como teólogo, tiene un carácter eminentemente práctico, ya que no pretende hacer otro tratado teológico como los ya existentes, sino que se dirige al “regimiento caritativo y piadoso que han de tener los fieles siervos de Dios en la pestilencia”. 80 Esta actitud cargada de devoción es lo que lue- go expondrá, con mayor detalle, en las tres causas que le llevan a escribir el tratado, que va construyendo recurriendo a san Agustín, en obras que fueron recurrentes para los humanistas, como es el caso de su Doctrina cristiana . Posteriormente, sus Paradoxae, quaestiones decem (1538) 81 que, para al- gunos, sería más una obra de filosofía y metafísica, aunque desde una com- prensión teológica, se trata de acercarse a una serie de cuestiones que le pre- ocupan, haciéndolo con la mirada amplia que ha de tener siempre el teólogo. Esas paradojas son fruto de su experiencia en el campo docente y teológico. A cada una de ellas responde en una división tripartita, en la que aborda: notabi- lia , que sería la exposición o nociones acerca del problema; las conclusiones que serían las sucesivas proposiciones con las que orienta cada cuestión. Y, por último, las dubia con las que responde, al tiempo que presenta las princi- pales dificultades. El método no es novedoso, sino que lo encontramos ya en coetáneos suyos, como Diego de Deza. 82 El contenido da cuenta de un saber extenso y variado, propio del Renacimiento: I. De modo significandi dictio- num in Gramatica ; II. De dicibilibus transcendentalibus et imitatis in Logica ; III. De virtute activa agentis naturalis ; IV. De rarefactio ne et condensatione corporum ; V. De arte Lulli in Metaphysica ; VI. De loco Paradis terrestris a Deo conditi in cosmographia ; VII. De tertia lege Spiritus Sancti circa finem Mundi in Theologia ; VIII. De multiplicatione sensus litteralis in Sacra Scrip- tura ; IX et X. De Cabala et Messia Iudacorum in enarranda Divina Biblia . Le preocupa que algunos temas sean desconocidos para los teólogos, como sucede en relación al conocimiento de las Sagradas Escrituras. Conoce los límites de las traducciones y manuscritos latinos de la Biblia, así como del desconocimiento de los sentidos de la misma, por lo que se acerca a esos diez temas a debate, moviéndose en posiciones de gran equilibrio, entroncando con la tradición de la Iglesia –especialmente de los Padres y de la escolástica– pero también con la nueva sensibilidad humanista. Su intencionalidad, tal y como expresa en el prólogo es sencilla y concreta: poner claridad y orden en cuestiones que resultan paradójicas. Al final del prólogo lo explica con mayor claridad, exponiendo que su intención es aclarar, para el beneficio común, una serie de cuestiones que resultan paradójicas en el campo de la teología. Y, por 80 Sánchez Ciruelo, Hexameron teologal , aii-v. 81 Pedro Sánchez Ciruelo, Paradoxae quaestiones numero decem (Salamanca: Pedro d’Castro, 1547). 82 Andrés Martín, La teología española… , vol. II, 91-92.
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