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27 P edro S ánchez C iruelo (1470-1548) teólogo y humanista del siglo XVI para poner de relieve cuestiones de actualidad, que necesariamente debían ser abordadas desde una comprensión teológica. Máxime, como él había puesto de manifiesto, que no había nada que fuera ajeno a la teología, 72 comprensión que es extrapolable a cualquiera de las grandes figuras teológicas de la época, al margen del lugar en el que enseñasen. También en el ámbito de la comprensión teológica, ante un grave problema del momento, debemos referirnos a su ensayo sobre la peste. El Hexameron theologal muestra ya la mirada a una teología humanista, pues aborda el tema de la peste –en relación a la que acababan de sufrir– analizando las causas teológicas, filosóficas y médicas de la misma. Es importante no perder de vista que lo escribe en romance castellano, pues va dirigido “a los magníficos y virtuosos cóncives suyos. Los ciudadanos de la insigne y, por Dios escogi- da, ciudad de Daroca, patria suya” 73 . En el imaginario popular se solía leer la peste como un castigo divino, por lo que se ve en la obligación de orientar a la oligarquía del lugar. Los dirigentes eran conscientes de la importancia de lo poco que se podía hacer si la epidemia se extendía, pero también era frecuente que, una ciudad afectada por la peste u otra enfermedad contagiosa, no se apresurase a confirmar el hecho. La intención era evitar el desabastecimiento y la estampida social. Ciruelo quiere ayudar a poner orden en medio del caos que podía generar la epidemia que se había extendido por la península. No le falta cierto tono providencialista, considerando que ante la peste el hombre había de ponerse en manos de Dios, por lo que no se trataba solo de curar la enfermedad corporal, sino también el alma. Ambas cuestiones debían ir estre- chamente unidas. Para él era una cuestión de disputa entre filosofía y teología. Precisamente el título de la obra ya nos pone en la senda que quiere reco- rrer el autor. Él mismo, en la división del tratado, nos explica cómo el título recuerda a la obra de san Ambrosio, en la que el Doctor de la Iglesia intenta contraponer un relato de la obra de Dios en los seis días de la creación frente a las cosmogonías paganas. Era frecuente que la literatura hexameral –recurren- te durante la edad antigua y medieval– volviese a ese tipo de presentación cós- 72 “Officium ac munus theologi tam late patet ut nullum argumentum, nulla disputatio, nullus locus alienus videatur a theologica professione et instituto. Ac fortasse hoc etiam in causa est, sicut et de oratore dicit Cicero?, cur in omni disciplinarum genere omnibusque artibus tam non (sic) pauci inveniantur et clari et excellentes viri. Tanta sit, ne plus exigam, bonorum theologorum inopia et so- litudo. Est sane theologia omnium studiorum disciplinarumque orbis prima, quam graeci Qeologi,a vocant. Quare non mirum videri debet, si ita non multi in tam difficili re satis absoluti inveniantur”. (Francisco de Vitoria, “De poteste civil”, ed. por Jesús Cordero Pando, en Francisco de Vitoria, Relecciones jurídicas y teológicas , dir. por Antonio Osuna Fernández Largo, t. I, (Salamanca: San Esteban, 2017), 82. 73 Así queda enunciado en el prólogo. Pedro Sánchez Ciruelo, Hexameron theologal sobre el regi- miento medicinal contra la pestilencia (Compluti: Arnao Guillén de Borcar, 1519), ai.
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