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- 54 - de alguna manera podemos considerar al César Carlos como un epígono de las reacciones que –en relación con el erasmismo– se vivirán en las tierras de Castilla y Aragón. La suya no es una imagen fácil de abordar, puesto que prima el arque- tipo heroico sobre el modelo propiamente biográfico. Y, por ello, sobresale el concepto de caballerosidad sobre el aspecto intelectual. Se trata de una figura fuertemente institucionalizada con un interés ejemplificarte y organizador, en la intención de construir una sociedad donde primen unos valores concretos. Siendo esto verdad, hay que reconocer también que el humanismo cristiano de Erasmo cautivará su temperamento. El holandés se convierte, para él, en un paladín con el que poner freno y aniquilar el peligro que suponía Lutero con su movimiento religioso y político. Carlos –de una manera u otra– estará siempre del lado de la Iglesia, aunque esta intente que esté construida a su medida y en función de sus propios intereses. Quizás por esto la imagen que él mismo proyecta resulte mar- cadamente medieval. 1. La “construcción” de un príncipe cristiano En 1500 doña Juana de Castilla dio a luz a su primer hijo varón, Carlos de Habsburgo. Como ella era la heredera de mayor edad –tras la muerte de sus hermanos Juan e Isabel– a su hijo Carlos le correspondía recibir los dominios españoles, pero sus padres todavía eran muy jóvenes. Las tragedias familiares cambiarán lo que, de otra manera, hubiera tardado décadas en suceder. En septiembre de 1506, muere su esposo a los veintiocho años. La situación de Juana es delicada… El Consejo Real nombra al cardenal Cisneros “regente de Castilla”, aunque por sus métodos despóticos, pronto se enfrentará con los secto- res más poderosos del reino. Ante esta situación, en 1510, se pide a Fernando que vuelva a asumir las tareas de “gobernador”; lo que hará hasta su muerte el 23 de enero de 1516. Fernando no era partidario de la sucesión de los Habsburgo, pero no tiene alternativa, pues su nueva esposa, Germana de Foix, sobrina de Luis XII de Francia, no le dará un nuevo vástago. Para este momento, Carlos tiene ya dieciséis años y ha heredado de su padre gran parte de lo que hoy es Bélgica y Holanda. A la muere de este se convierte en duque de Brabante, Limburgo y Luxemburgo; conde de Holanda, Zelanda, Hainaut, Namur y del Franco Condado. En dichas posesiones era vasallo de su abuelo, el emperador Maximiliano, a diferencia de los condados de Flandes y de Artois, en los que lo era del rey de Francia. La realidad es que estos feudos, de corte medieval, eran algo más teórico que real… Este hecho permite intuir las tensiones vividas a lo largo de su vida. Carlos de Gante soñaba con una Uni- versitas Christiana , en la que estaban muy presentes los ideales caballerescos;

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