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CAPITULO VI ¿LA CONTRICION PERFECTA, TABLA DE SALVACION? D. Antonio.-¿Qué tal dormiste anoche, Jua– nito? ¿Soñaste con Justo y Pastor? Juanito.-No, señor; pero sí estuve pensando en ellos hasta que me dormí y luego, por la ma– ñana, volví a acordarme de ellos otra vez. - ¿Crees haber entendido del todo bien lo que es el perdón de los pecados y sabrías distin– guirlo perfectamente de cualquier otra clase de dolor? - Me parece que sí, don Antonio; pero, si usted quiere añadir algo más, para poner las cosas más en claro, ya sabe que yo le escucho siempre con gusto. - Me alegro de que tengas hambre de saber. Vamos a encender una especie de faro que nos alumbre lo suficiente para no cometer equivoca– ciones: para no confundir el oro con el oropel, es decir, la perfecta contrición con la atrición, como 73
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