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EL OCASO DE UNA ETAPA GLORIOSA 97 «Al pie de un convento de capuchinos, en los olivares y en los huertos, nues– tros infantes viéronse detenidos, puestos en jaque, y por fin rechazados. Todavía duraba el combate al caer de la tarde, y, con asombro de los oficiales franceses, era preciso confesar que el asalto a viva fuerza había fracasado. Sobre las cercanas colinas, los vivaques encendían tristemente sus hogares: Unos treinta prisioneros faltaron a la lista; los heridos y los muertos eran numerosos. Por la noche se oía a través de las arboledas y bosquecillos, el cantar de los españoles: Y esto, no porque dejasen de tener que enterrar ellos también cerca de 300 cadáveres. Mas como habían detenido la marcha de una tropa, sorprendida al verse vacilante, y como no lo habían perdido todo, se juzgaban vencedores» . < 3 l El pobre convento de capuchinos, impregnado a lo largo de los años de místicas plegarias perfumadas de incienso, ahora olía a sangre, a muerte y a gritos patrióticos de defensa. Pero los ataques más violentos contra el sacro convento capuchino de San Juan Bautista tuvieron lugar el 10 y 11 de julio. Cuenta Casamayor en su "Diario": «Día 10 de julio: Esta noche pasada tiraron los enemigos algunas granadas, pero sin causar daño, y por la mañana, hubo algún tiroteo, habiéndose introdu– cido algunos en el convento de capuchinos, en donde ejecutaron sus acostum– bradas piraterías ... Por la tarde, incendiaron el convento de capuchinos, cuyos religiosos sacaron el Santísimo y ornamentos, y los llevaron al colegio de San Pedro Nolasco, causando lástima ver trasladar las santas Imágenes en hombros de los pobres religiosos». «Día 11 de julio: Por la noche se introdujo el enemigo en el convento de capuchinos y dio fuego a toda la iglesia». < 4 l De esta forma, el convento pasó ya a ser refugio de los enemigos y lugar desde el que organizaban sus ataques de cara a la conquista de la ciudad. El "Diario" de Casamayor continúa diciendo: «Día 15 de julio: Los enemigos que estaban en las ruinas de los capuchinos nos hicieron un fuego muy vivo, al que correspondimos; y habiendo tenido noticias de que intentaban hacer una mina desde dicho convento para asolar la ciudad, hubo Junta de Ingenieros, los cuales determinaron hacer una zanja hasta el agua que corriese por toda su frente, a cuyo fin se mandó por bando acudiesen los alba– ñiles y carpinteros, cuberos y canteros». < 5 ) Por tanto, en este primer ataque de los Sitios de Zaragoza, el convento de capuchinos quedó derruido por las bombas e incendiado por los fran– ceses, después de varios días de intensa y sangrienta batalla. No obstante, los hijos de San Francisco de Asís, el santo de la paz, tenían la consigna de su fundador de ser pacíficos y pacificadores; pero también eran conscientes (3 l F. CASAMAYOR YZEBALLOS, «Los sitios de Zaragoza. Diario», Zaragoza, 1908, págs. 42-43. (4) F. CASAMAYOR, «Diario», o.e., págs. 87-89. (5) ldem., pág. 95.
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