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96 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) y considere a Aragón como "nacionalidad histórica" y disfrute de una auto– nomía plena, al igual que otras comunidades que no perdieron sus fueros. En los umbrales del siglo XIX la Guerra de la Independencia afectó trágicamente a Zaragoza. El 24 de mayo de 1808 llegó e esta ciudad la noticia de la abdicación de Carlos IV y Femando VII en ::-"avor de Napo– león. El pueblo aragonés se puso en pie frente a los ejércitos de Napoleón y exigió del capitán general Guillelmi la entrega de las armas que se guar– daban en la Aljafería. Y más aún, lo destituyó de su carg-:i y proclamó a José Palafox para sustituirle. La ciudad de Zaragoza contaba por aquella época con unos 55.000 habi– tantes aproximadamente, y los franceses no la consideraban ::amo una plaza fuerte. Sus defensas eran principalmente los ríos Ebro y Hu~rva. Las mura– llas de la ciudad tenían ocho puertas de escasa consistencia y la fuerza arti– llería de que disponía la plaza era muy inferior a la francesa Una de las más potentes defensas de la ciudad fueron los conventos de religiosos y religiosas. Dice Belmás: « ... los palacios , conventos y principales edificios habían sido ~ransfarmados en verdaderas ciudadelas, y estaban ocupados por guarniciones provistas de armas, víveres y municiones». Ol Como cuenta Raymond Rudorff: « .. . al otro lado de las murallas se encontraban situados, de esre a oeste, cuatro importantes edificios monásticos: El de la Orden de los Agustino~ Descalzos, el de los Padres Trinitarios, el de los Capuchinos y el monasterio de S.::n]osé ... ».(2) Uno de los protagonistas en la defensa de Zaragoza por ;a parte sur fue nuestro convento capuchino de San Juan Bautista, situaé.o fuera de las murallas, cerca de la famosa "Puerta del Carmen" que todavía subsiste, en un lugar solitario y rodeado de huertas. Con el paso de los años y la abundancia de vocaciones, el primitivo convento se fue ampliando con nuevas dependencias hast2- llegar a tener más de 100 celdas. Era por tanto una buena fortaleza. Cuando los zaragozanos se enteraron de que los franceses mandados por Verdier y Lefebvre, se dirigían a la ciudad, después de pasar victo– riosos por Tudela, Mallén y Alagón, el convento de capuchinos quedó convertido en un "fuerte" poderoso para hacer frente al enemigo. En el "Diario" de Casamayor aparecen algunas breves ::1.oticias sobre la suerte que corrió este convento. La primera y grar_ batalla para defender la ciudad se desarrolló el 15 de junio de 1808, y el cronista Grandmaison la describía así: <ll AUTORES VARIOS, «Los sitios de Zaragoza», Madrid, 1908, pág. 204. (Zl RAYMOND RUDORFF, «Los sitios de Zaragoza 1808-1809», Barcelona, 197:-, pág. 78.

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