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CAPUCHINOS INSIGNES DE ZARAGOZA Y ARAGON 91 A pesar de las amenazas de denunciarlos al Consejo Real, los acusados continuaron firmes en sus convicciones. Por lo cual, el Provisor los hizo llevar por la fuerza al Hospital de San Juan de Dios en calidad de dete– nidos, para imponerles silencio. Durante tres años los presos sufrieron persecución continua por parte de los dueños de los esclavos y de las autoridades eclesiásticas. El P. Francisco José logró enviar a Roma y al rey un amplio informe de todo el caso, y especialmente un resumen de su libro "Resolución sobre la libertad de los negros". En su carta al rey, el P. Fran– cisco pide "se sirva ver ese alegato con las entrañas piadosas que se hallan en monarca tan católico". En la primera parte de su informe, los capuchinos se refieren a los malos tratos que reciben los indios por parte de los encomendadores. Y en la segunda parte, al modo inhumano como eran cazados los negros en sus propios territorios y después transportados a los mercados como si fueran ganado. Con toda confianza ellos hacen once proposiciones sobre el mercado negro, pidiendo que la Santa Sede prohiba cada una, bajo pena y censura eclesiástica. Si se hubieran puesto en práctica, se hubiera terminado con la esclavitud. El memorial del P. Francisco José de Jaca llegó a manos del Empe– rador por medio de su confesor. El se inquietó y ordenó al Consejo de Indias estudiar el caso. Como cabía esperar, el Consejo reafirmó la necesidad de la esclavitud de los negros: "pues sin ella toda América vendría a la ruina". 0 9 ) El Consejo de Indias pasó el caso al Consejo del Estado. La prueba de la calidad de los argumentos presentados por estos capuchinos contra la esclavitud está en el hecho de que fueron absueltos de las acusaciones contra ellos. La Santa Sede nunca dijo que estuvieron equivocados en predicar que la esclavitud es injusta. A pesar de ser declarados inocentes, el año 1683 el P. Francisco José fue enviado al convento de su Orden en Valladolid, y Fray Epifanio al convento de Segovia, con órdenes de no salir del convento en seis meses. Una vez cumplida esta pena, se fueron a sus respectivas provin– cias capuchinas. Ellos pidieron regresar a las misiones, pero las autori– dades civiles jamás podrían dejarles volver victoriosos para continuar su campaña contra la esclavitud, apoyados y fortalecidos por el hecho de haber sido absueltos por Roma. 0 9 ) Citado por HUMBERTO TRIANA y ANTORVEZA, «Las lenguas indígenas en la historia social del Nuevo Reino de Granada», Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1987, págs. 367-368.
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