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84 PRESENCIA ANTIGUA (1598-1835) de espiritualidad. Allí acudían los fieles oscenses a venerar con fe ardiente el precioso cuadro de la Virgen de la Clemench y a participar en los actos litúrgicos y piadosos que organizaban con fervor los hijos de San Francisco de Asís. Allí conoció nuestro joven José Benito a los capuchinos., y a los 16 años de edad ingresó en este pobre convento dedicado a San Orencio, Obispo de Awc. Terminado el año de noviciado, hizo su profesión en la Orden capuchina el año 1755, cambiando sus nombres y apellidos por el de Fray Ramón de Huesca, con el que ha pasado a la historia. Dotado de una prodigiosa inteligencia y un gran tesór_ por el estudio, durante varios años siguió estudiando Filosofía y Teología hasta conver– tirse en un excelente profesor de Artes, Teología y Humrnidades. Pronto comenzó también a destacar en la oratoria sagrada, como lo demostró en la Cuaresma que con sermón diario predicó en el Hospital Real y Provincial de N tra. Sra. de Gracia de Zaragoza. Corría su fama por todo Aragón, y con igual éxito siguió predicando las Cuaresmas y Advientos en las Catedrales de Tarazana y Teruel, y en otras iglesias prin– cipales de las ciudades y pueblos aragoneses. Su predicación era valiente y profética, denunciando los vicios de su época e invitando a una conversión de vida. Por eso no es extraño que tuviese algún conflicto, como le sucedió con cierta homilia pronunciada contra la ociosidad, que le acarreó graves disgustos con un socio de la Real Sociedad Económica Aragonesa de "Amigos del País'". No obstante, bastantes de sus sermones fueron publicados a petición de sus oyentes, admirados por su clara y profunda doctrina. La Orden capuchina, consciente de los grandes valo:-es humanos y espirituales que poseía, le encomendó diversas responsabilidades como el cargo de Superior del convento de Teruel, Definidor de la Provincia Capuchina de Aragón, Examinador sinodal del Obispado de Huesca, del Abadiado de Montearagón, y finalmente, Calificador de la Inquisición. Durante sus predicaciones por diversos lugares de Aragón, al mismo tiempo que anunciaba la Palabra de Dios, el P. Ramón tuvo un gran interés de ir recogiendo por los archivos, documentos, e.puntes minu– ciosos y pulcros, cientos y cientos de pequeños datos, p:-ecisando con toda exactitud dónde los había encontrado y en qué legajos, códices, estantes y folios se hallaban los originales, con el fin de continuar la obra literaria que había comenzado el P. Lamberto de Zaragoza; "Teatro Histórico de las Iglesias del Reino de Aragón". Esta fue la hermosa obra histórica que le ha dado fama por ser una gran aportación a la cultura. El P. Ramón de Huesca publicó cinco tomos, con en el mismo título: "Teatro Histórico de las Igles1:is del Reino de Aragón", editados en Pamplona, (1792-1802) y Zaragoza (1807).
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